14.10.16

Movimiento para el auto-conocimiento y el aprendizaje

¡A Moverse!              

Sin darnos cuenta, poco a poco, nos hemos ido acostumbrando a un ritmo y estilo de vida que nos va robando tiempos y espacios para dedicarnos a nuestro cuidado psicofísico.

Los factores involucrados en este proceso son numerosos. Sin embargo, si hacemos consciente su existencia es posible encontrar mecanismos apropiados para alcanzar nuestro equilibrio cuerpo – mente.


En el “corre – corre” de la vida diaria, son muchas las ocasiones en que no alcanzamos a “darnos cuenta” de lo que nuestro cuerpo necesita. Somos producto de una dinámica integrada por fenómenos metabólicos, motores, bioquímicos, psicológicos y espirituales. Esta dinámica, que debe ser natural y armónica, puede afectarse y alterar su equilibrio  por cualquier circunstancia que percibamos amenazante a nuestra integridad física o psicológica. Si no prestamos atención a estos cambios porque no atendemos a lo que nos dice nuestro cuerpo, porque no lo escuchamos, nuestro estado                                                        de bienestar puede verse afectado negativamente.


Cuando observamos concientemente nuestro cuerpo, nos damos cuenta que él puede hablarnos y decirnos lo que necesita: Una ducha tibia, un paseo por el parque en contacto con la naturaleza, unas cuantas respiraciones profundas para reenfocar nuestras ideas o una rica sopa casera, recién hecha. Los cierto es que si prestamos atención a las señales que nuestro cuerpo nos envía, nuestra salud y bienestar tanto físico como psicológico mejorarán. Estaremos más relajados y por tanto actuaremos de forma más positiva, como una unidad en la que se fusiona todo lo que somos como persona.



“Tomar consciencia de nuestro cuerpo “, experimentarnos a nosotros mismos y a la realidad, entrar en contacto con nuestro cuerpo y nuestra mente es una práctica que debemos iniciar desde la infancia. Cuando los niños participan en juegos motores, se desplazan en diferentes direcciones, trepan, ruedan por el suelo o se deslizan, exploran espacios o ejercitan el control y el equilibrio en el juego libre están iniciando el diálogo con su cuerpo, descubriéndolo y reconociéndolo, aproximándose a él mediante el movimiento para aprender a escucharlo posteriormente.

 ¡Ahora, a Moverse!




Gatear
Andar como un gato, para pasar por debajo de
un banco, por debajo de una cuerda pero rozándola con la cabeza, por dentro de un túnel
Reptar
Como una serpiente. Por una superficie plana o inclinada.
Rodar de costado hacia un lado y otro
En una superficie plana.
Dar volteretas.
En una colchoneta.
Caminar
Marcando el adulto el ritmo con palmadas(lento-rápido).
Golpeando con los pies en el suelo o silenciosamente.
Desplazándose hasta un lugar determinado dando pasos cortos y volver al punto de partida con pasos largos.
Elevando las rodillas a la altura de la cintura.
Imitando al caballo al trote y al galope
Dirigiéndose, en línea recta hacia un punto o meta concretos, corriendo como un coche, parando poco a poco y de golpe, volviendo a arrancar, etc.
Correr
Levantando los talones todo lo posible.
Trepar, suspenderse y balancearse
Utilizando los juegos/estructuras de los parques infantiles.
Deslizarse
Sentado/a por resbaladillas/toboganes/rampas, y en otras posturas que los niños y las niñas vayan descubriendo.
Hacer una carretilla
Un niño o niña anda con las manos, al tiempo que un adulto u otro niño le sujeta por los pies.


Ya sabemos lo importante que es moverse, pues ahora toca practicar. Aquí os proponemos algunas actividades. Si se presentan de forma clara, ordenada y todos los niños participan y se divierten, el aprendizaje derivado será mayor y más significativo.

Una recomendación final: ¡Divertiros con los chicos, jugad con ellos!

¿Qué necesitas?
Un espacio libre de obstáculos y lo que se requiera para cada actividad.

Recordad:

La clave es “el juego”. Cuando hablamos del desarrollo de niños y niñas el juego es esencial. El juego permite desplegar participación y desarrollarla porque en él se comparte un objetivo común. El juego es una actividad individual o colectiva llena de aprendizaje. Para jugar no se necesitan, necesariamente, juguetes, ni tampoco se tiene un espacio o momentos específicos.

Los niños y niñas están inmersos en el juego todo el tiempo. Por ejemplo: mientras comen sopa de letras, juegan a hacer palabras; mientras se bañan, juegan con el agua. Continuamente están creando e ideando actividades nuevas. Así que, estas actividades pueden desarrollarse en cualquier momento.



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Hasta la próxima semana

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